8.21.2009

El sapo de cristal

Trabajando en el excelentísimo ayuntamiento de Manises he tenido lo que los aventureros llamamos una aventura o anecdota. Encontrábame yo en la caverna, que es como nos referimos cariñosamente al despacho donde trabajamos el séquito de pupilos de Linus Torvald. Cuando de repente una mujer que ha estado trabajando a diario conmigo pero por casualidades de la vida su nombre desconocía hasta la fecha,ha venido a darme jugoso palique.No un palique corriente y moliente,sino palique del güeno con gu y dieresis que es del bueno de verdad, del de toda la vida.


Lo jactante(barra)hilarante de toda esta explicación ha venido cuando al abrir yo mi bocaza. Se me ha formado una burbuja de saliva en la boca, de tamaño superchicle de 7 pavos. Como si me acabasé de bañar con abundante champú o como si me hubiese emborrachado con dumbo,que tanto monta.Y he tenido que cerrar mi boca con tal virulencia que mi mandibula ha castañeado de forma tan estripitosa, que solo se ha visto insonorizado por la estridente y fingida risa malévola de Concha (que así es como se llama) alejandose de mi divertida por la horrible minifunción de feriante que acababa de representar.

1 comentario:

Adán dijo...

jajajajaja leo con retraso pero rio a tiempo, que escenita, me hubiese encantado verte... sabes que me puede el morbo